Una foto para Putin: una Unión Europea 'novata' en influencia global ensaya su futuro con Latinoamérica

Los preparativos de la cumbre UE-CELAC en Bruselas
Los preparativos de la cumbre UE-CELAC en Bruselas
FRANCOIS LENOIR
Los preparativos de la cumbre UE-CELAC en Bruselas

"Hemos sido bastante arrogantes las últimas décadas en nuestra política exterior". Si la Unión Europea no ha aprendido la lección parece al menos estar en ello y sirven como ejemplo estas palabras del primer ministro neerlandés, Mark Rutte. La primera cumbre UE-CELAC en ocho años es la cumbre de una foto que, de una manera u otra, tiene que llegarle a Vladimir Putin, porque es la imagen de una Unión que quiere ser más proactiva y decisiva en el escenario global. "Hay que buscar aliados fuertes", repiten en los pasillos de Bruselas cuando se pone la cuestión sobre la mesa.

Un total de 27 Estados miembros europeos y 33 lationamericanos son suficientes para que el bloque proyecte el dibujo de los nuevos tiempos. El objetivo es que los tiempos en el futuro no los marquen solo Pekín y Moscú, e incluso Washington, ya sea en materia de comercio, Defensa o todas a la vez. La 'nueva' UE quiere basarse en lo que llama Global Gateway, una puerta al mundo basada en "valores y asociaciones fuertes", con una llave que esté en manos de la UE.

En el caso de América Latina este enfoque resulta aún más interesante: el espacio que no ocupe la Unión Europea en la región lo puede ocupar Rusia perfectamente, y no hace falta nada más que ver cómo existe una división entre los países latinoamericanos en lo que a la invasión de Ucrania se refiere. "La UE en algunos momentos ha pecado de ingenuidad y se ha dejado ir como actor global, sin preocuparse demasiado", dicen algunas fuentes. ¿En qué? En lo que ahora se conoce como autonomía estratégica; es decir, en que Europa tenga su propia esfera de influencia.

Con Latinoamérica la importancia para la UE se apoya perfectamente en los datos: 369 billones de euros en bienes y servicios en total, según las últimas cifras y, además, la UE y la CELAC son la casa de 1.050 millones de habitantes. Y pese a ello, la Unión "no le ha prestado demasiada atención" a estos vínculos, tal como reconoció el Alto Representante, Josep Borrell. Para Rutte la clave está clara: "Cuando hablas con alguien tiene que ser 90% escuchar y 10% hablar".

La meta a largo plazo de la UE es deshacerse de las dependencias que ha ido reforzando en las últimas décadas para pasar a ser el motor en temas en los que puede serlo, como el comercio o la transición energética. Ese nuevo papel de actor influyente, de hecho, lo está ensayando en dos vías diferentes: la de América Latina, recién (re)abierta, y la puramente europea, vista en la Comunidad Política Europea, que incluye a los países candidatos a la adhesión y otros ahora socios del Cáucaso que en otros tiempos han estado en la órbita del Kremlin.

"El inicio de un nuevo camino"

La UE quiere ser una atracción desde el convencimiento, y ese mensaje lo dejó claro en el arranque de la cumbre Pedro Sánchez citando al escritor colombiano Héctor Abad Faciolince: "El mundo no será nunca el paraíso, pero la Europa unida y solidaria es el experimento menos parecido al infierno que se ha hecho hasta ahora sobre la faz de la tierra". Estas palabras no están exentas de significado porque Abad se encontraba con la escritora Victoria Amelina cuando fue mortalmente alcanzada por un proyectil en Ucrania. Otro mensaje para Putin... y para quienes todavía no se terminan de alejar del todo de sus postulados.

Llamativo fue, no obstante, que los líderes europeos y latinoamericanos no entraron por la misma puerta al edificio del Consejo en Bruselas, engalanado hasta tal punto para la ocasión que aumentó su colorido y, por supuesto, el número de banderas en el pasillo que recorren los jefes de Estado y de Gobierno al llegar. Más teórica que práctica, la cumbre es para algunos líderes "el inicio de un nuevo camino" mientras otros son algo más cautos. 

En la foto de familia bajo una cristalera muy característica y una tarde nublada en la capital belga todos aplaudieron, se sonrieron y saludaron (varias veces). Amigos, pero... ¿para siempre? Solo el tiempo lo dirá. Cena de gala mediante, la Unión y América Latina parecen conformarse de momento con estrechar unos lazos que parecían demasiado tensos. Lo tangible quizá tarde en llegar, pero la UE quiere adaptarse al mundo posguerra en Ucrania y sabe que tiene que hacerlo mirando mucho más allá.

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